Entendemos por tipología de museos los espacios característicos al servicio de la exposición, por ejemplo la galería, la rotonda, el salón, etc. La galería fue concebida desde el Renacimiento como un espacio de circulación, con iluminación lateral proveniente del exterior, que permite ordenar las esculturas a ambos lados del corredor. Es un espacio dinámico que obliga al espectador a seguir su camino en busca de más información visual. La Galería de los Uffizi, en Florencia, es una de las más representativas, como también la de Fontainebleu, en Francia.
La rotonda, como su nombre lo indica, es un espacio circular que acoge esculturas en un solo lado de acuerdo a la escala del lugar; cuando se expone algún objeto escultórico en el centro es innegable que toda la atención e interés del público se vuelca en lo expuesto. Son ejemplos la Rotonda vaticana, Arq. Simonetti, 1772 y la rotonda del Museo del Prado con la escultura de Leone Leoni al centro.
Estudiolo es un espacio pequeño donde el príncipe guardaba su colección de arte, libros y documentos, no visitable para extraños.
Los salones de exposición tienen su origen en el Salón Cuadrado (Salon Carré) del Louvre, en la época de los Luises atiborrado de pinturas que, con el tiempo y las modificaciones del salón, se fueron espaciando para crear cierta armonía visual.
Las escaleras tienen también su historia y evolución. Observemos la gran escalera del Louvre: su constructor siguió una tradición que viene de la arquitectura renacentista-barroca, como la escalera de la Biblioteca de San Lorenzo (Florencia), o la de la Reggia de Caserta (Italia) que da la idea de grandeza y pomposidad. De la connotación de “espacios reales” se pasa con la modernidad a la escalera mecánica (“la oruga”) del Pompidou, o la escalera “de caracol” de I. M. Pei bajo la piramide de cristal del Louvre.
Si atendemos a la arquittectura, podemos observar que la tipología que prevaleció desde el siglo XVIII fue el estilo neoclásico como lo prueba el Museo Friedericianun (1769-1777) de Simón Du Ry, en Kassel. Le siguieron después la Gliptoteca de Munich (1815-1830) de Leo von Klenze y el Museo Británico de Robert Smirke (1823-1847).
“Esta tipología se aviene perfectamente al contenido primigenio que tuvo el museo, como Museión, o templo de las musas. Desde entonces ha impuesto su prestigio de lugar sagrado que infunde respeto a quien entra. A esto hay que agregar las impresiones que el visitante recibe en el interior, provocadas por la altura de los elementos internos, la sensación de vastedad espacial y el ritmo pausado de sus columnas, así como el sentido de sereno equilibrio del conjunto.” (Castrillón Vizcarra, Alfonso. Museo peruano: utopía y realidad, Lima, 1986)
Frente a la tipología clásica podemos ver otra que no tuvo mucho éxito pero que se dio en Inglaterra y vale la pena comentar, me refiero al museo de la Universidad de Oxford de estilo neogótico cuyo autor fue Benjamin Woodward (1855-1860). “El interior del museo semeja la nave de una iglesia gótica, pero con arcos apuntados de hierro colado que suscitaron las inevitables comparaciones con los hangares ferroviarios” (Pevsner) “El fierro cara vista se asocia quizá a la fábrica, al desarrollo industrial y la máquina, “significantes” rechazados por la burguesía ilustrada de entonces. La cultura debía estar asociada a la antigüedad y no al presente.” (Castrillón, Op. Cit.)
El vestibulo o hall tiene una importancia sobresaliente desde el punto de vista de la significación “por ser el primer espacio con que se relaciona el visitante”. Es la boca del museo en la que el visitante opta por las propuestas del museo: cafetería, guardería, servicios higiénicos, tienda, etc. En cambio en el Pompidou no hay una sola boca, sino múltiples bocas que fagocitan al visitante: “Una vez más la cultura de masas quiebra el mito de la individualidad majestuosa” y su impagable libertad, añadiría hoy día.
Por fin, en cuanto a la naturaleza misma o disciplinas a que están dedicados los museos pueden clasificarse según la propuesta de Aurora León (El Museo. Teoría, praxis y utopía, Madrid: Cuadernos Arte Cátedra, 1982):