Por Roxana Chirinos Laso
Una de las funciones de la Dirección General de Museos del Ministerio de Cultura es velar por la difusión, conservación y preservación del patrimonio para exhibir los bienes culturales pertenecientes a colecciones museográficas en sus diferentes modalidades y lograr que los peruanos no solo conozcan su herencia sino que participen de ella y de su historia.
En este sentido, la Dirección fomenta la creación e implementación de los museos que están a su cargo y promueve las actividades culturales, de esta manera, fortalece nuestra identidad en las diferentes regiones del país, vela por el conocimiento, la investigación, la creación de programas académicos, científicos o de otros rubros que tengan que ver con el quehacer cultural y patrimonial.
Por estas razones, la Casa Museo José Carlos Mariátegui, administrada por el Ministerio de Cultura, reconoció la necesidad de implementar una nueva museografía para su exposición permanente, que considere justamente las funciones museísticas y los pilares fundamentales que sostienen los museos, pilares que se pueden sintetizar en “territorio, patrimonio colectivo y comunidad participativa”.
El espacio fue la “Casa” donde vivió José Carlos Mariátegui los últimos cinco años de su vida, desde 1925 hasta su temprana muerte en 1930, fue el lugar que compartió con su esposa Anna Chiappe y sus cuatro hijos y en donde publicó sus más importantes obras: La Escena Contemporánea (1925); la Revista Amauta (1926) y la más trascendental: 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana en 1928. Lugar que, sin duda, transmite la verdadera esencia de la vida y obra de uno de los más grandes pensadores del siglo XX.
Desde un inicio, la nueva gestión de la dirección de la Casa Museo, reconoció las acciones que tuvo el Estado Peruano en preservar la memoria de José Carlos; el interés por declarar La Casa como Patrimonio Histórico Nacional en el Gobierno de Velasco Alvarado y las gestiones realizadas en el Gobierno de Fernando Belaunde Terry para desalojar a siete familias que la tugurizaron.
El Estado intervino la casa para su conservación y puesta en valor durante el Gobierno de Alberto Fujimori llegando a inaugurarse como Museo José Carlos Mariátegui en 1994, fecha conmemorativa al centenario del nacimiento del Amauta. Desde entonces hasta la actualidad no se hicieron trabajos de remodelación ni intervención museográfica alguna.
Es así que nos planteamos un proyecto de análisis e investigación que determine y defina lo que se quiere expresar y el cómo contar la historia. Sabíamos que los proyectos son costosos y el proceso es normalmente complejo y largo; que se utilizarían una serie de recursos que estarían a cargo de especialistas como son los investigadores, curadores, diseñadores, museógrafos, conservadores entre otros. Era fundamental la remodelación e intervención de las salas permanentes. Su modernización nacía a través de una serie de preguntas que nos venía a la mente:
¿Cómo convertir este escenario en un lugar museable, sensible y creativo? ¿Cómo acercar al público a José Carlos Mariátegui y transmitir su esencia y su fascinante pensamiento y personalidad? ¿Cómo expandir sus relaciones hacia la sociedad y su entorno? ¿Cómo cuidar, difundir y preservar su colección?, ¿Cuál es la participación ciudadana hacia la Casa Museo? estas y otras preguntas se iban perfilando en la medida que reflexionábamos sobre sus funciones, su trayectoria y sostenibilidad en el tiempo.
Sin duda, el guion fue elaborándose partiendo de algunas pautas señaladas por la especialista Rossana Pavoni, aquellas en la que los espacios se transforman considerando que: “La prioridad de las casas museo no radica solamente en la reconstrucción fiel de determinado ambiente, sino más bien en la transformación de espacios creados originalmente para ser habitados en lugares públicos con fines educativos y didácticos”. La nueva museografía plantea revivir y modernizar los espacios de La Casa desde su historia, para que a partir de ella narrar íntimamente la vida y obra del Amauta.
Como herramienta de diálogo comunicativo y educativo hacia la sociedad, se fue elaborando el discurso narrativo en torno a quién fue José Carlos Mariátegui, cómo fue su vida familiar, qué representó para él ser un peruano, cuál fue la visión de la tierra y sensibilidad hacia el mundo.
La vida y obra del Amauta, fueron marcando el paso de la museografía; a través del el Rincón Rojo, la Editorial Minerva, su correspondencia personal, su gran amor por la lucha y la justicia social. Obreros, intelectuales, artistas y un gran número de personas tuvieron la inmensa suerte de acompañar su vida como la suerte de esta Dirección en darle luz y color a los espacios que él transitó.
La Casa puede transmitir al público, “aspectos de la sociedad de entonces, de una época, de un periodo artístico o social. La casa puede hacer de puente entre un individuo y la vasta y compleja red del saber político, cultural, artístico, productivo y ofrecer al visitante el resultado de esta combinación”.
Esta casa Mariátegui fue llenándose de detalles traducidos en pensamientos, recuerdos, fotos para llegar al corazón de sus visitantes apelando a esa nostalgia del tiempo que transmite lo que son las Casas Museo.